"Clima destituyente" fue el luminoso termino que Casullo aportó en los tormentosos días de la 125( otro argumento más a nuestra solitaria batalla para que #reeditenparahacerelamorenlosparques).
Clima destituyente tuvimos en Ecuador, cuando las fuerzas de seguridad coquetearon con el magnicidio.
Clima destituyente, menos tormentoso es cierto, tuvimos en Brasil cuando, quizás preparándose para el carnaval, diversas policías estaduales disfrazaron su intento golpista en un reclamo gremial.
Clima destituyente, vivimos hoy en Bolivia, en un caso similar al de Brasil.
En Argentina, pese a que muchos no lo quieran llamar así, el miércoles pasado tuvimos un pésimo pronostico. Es que bloqueo y desabastecimiento de combustible es para cualquier meteorólogo un clima destituyente.
El caso de Paraguay es como bien dijo Carrasco, un Climax destituyente.
No hace falta ser la gran Nadia (ojo, lo digo sin ninguna ironía) para notar que el pronostico latinoamericano se encuentra complicado. Parece claro que las Fuerzas de Seguridad son hoy día la punta de lanza de los sectores desestabilizadores. El autogobierno de las fuerzas tiene sus costos. Ni que decir del que se confunda y piense que como no puede confiar en la policía conviene llamar a los militares, que al fin y al cabo hace un par de años hacen buena letra.
Por otro lado, se confirma que frente a los gobiernos populares, tibiamente reformistas en algunos casos, la sectores históricamente privilegiados solo saben golpear. Sus aciertos-pocos, muchos, es indiferente- son intolerables. Se llenan la boca hablando de las instituciones, pero, como ayer, no les importan. Hay un golpe en Paraguay y la derecha criolla dice que se trato de un procedimiento democrático. Un juicio en 24 horas. Veinticuatro.
Hay mal pronóstico para América Latina. Si tenían dudas, después de Paraguay ya están aclaradas. Están dispuestos hacerlo, ya lo hicieron antes y ahora tienen el manual del siglo XXI. Cuidado.
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